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Inclusión

Su papá le construyó un paraíso y ahora Jazmín también puede jugar

Publicado 20 Oct 2017 – 04:00 PM EDT | Actualizado 24 Mar 2018 – 04:34 AM EDT
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Fabián y Nadia estaban en la plaza disfrutando del sol, de sus hijos y de la compañía de sus amigos. Veían la plaza con orgullo, como si hubiesen ganado una batalla, que efectivamente ganaron.

Ellos son los padres de Jazmín y de tres chicos más, pero ella es la primogénita y el motor de su más grande encrucijada. Jazmín tiene habilidades motoras e intelectuales diferentes y es por eso que no puede ir a la escuela o relacionarse con otros niños como cualquier niño de su edad lo haría.

Los momentos de más incertidumbre, para ellos, fueron cuando Jazmín era muy pequeñita. Lo que podían esperar de un recién nacido con ella demoraba mucho más, ahí empezaron a notar que las cosas no iban a ser como se ven en las publicidades.

Después se dieron cuenta de que ningún bebé es así, que cada uno es diferente y Jazmín es diferente y especial como cada uno lo es. El primer shock fue al principio por ser la primera experiencia.

El nacimiento de la idea

En una de sus estadías en Buenos Aires, la familia Kopel descubrió el verdadero valor del juego y el impacto que tiene en la vida de su hija.

«Jazmín era una más, era una niñita, no una pacientita, ahí empezamos a ver cómo el espacio de juego nos iguala a todos, cómo nos reúne. En el espacio de juegos tenemos todos las mismas capacidades».

A partir de eso, el papá de Jazmín —que es arquitecto— comenzó a pensar en la posibilidad de hacerle a su hija una plaza en la que ella y otros niños pudieran interactuar con naturalidad.

«Una vez que terminamos esa internación me quedó la idea de poder hacer algo junto a Jazmín, donde pudiéramos plasmar de alguna manera el disfrute que nosotros tuvimos con Jazmín participando de esos espacios».

Un sueño hecho realidad

El esfuerzo y capacidad de lucha de esta familia no conoce límites, fue por eso que cuando regresaron de Buenos Aires comenzaron a trabajar arduamente para cumplir el sueño de brindarle a los niños espacios inclusivos.

Fabián junto con su socio comenzaron a hacer las diligencias necesarias para acceder al predio y luego involucraron a tantas partes como pudieron para poder transformar esta idea en un sueño y posterior logro de todos.

«Teníamos que contagiar ese sueño, teníamos que energizar a la gente. La sinergia se fue dando entre todos y en la medida que pasaba el tiempo nos dábamos cuenta de que el sueño era más cercano y lo fuimos conquistando. Logramos que otros dieran más de lo que esperábamos. Hicimos un proyecto más ambicioso del que creamos efectivamente», explicó Sebastián durante la entrevista.

Poco a poco, y con una intervención mixta, entre empresas públicas y privadas, la plaza Portugal fue tomando forma. Se brindaron los juegos, los bancos, la luminaria, las losetas (especialmente diseñadas para este espacio) y la vegetación. De esta manera, en 2017 la plaza quedó oficialmente inaugurada convirtiéndose en el primer lugar público de juegos inclusivos de Uruguay.

Un futuro diferente, inclusivo

A raíz del gran trabajo que hicieron los involucrados en el proyecto es que hay nuevos proyectos en el horizonte. El concepto de inclusión a nivel lúdico traspasó las barreras del caso particular y se convirtió en una causa por la que la Fundación Jazmín (creada por los padres de la niña para generar más lugares como la plaza Portugal) lucha fervientemente.

«Son los niños los que menos discriminan, eso es la inclusión, eso es lo que queremos replicar con la fundación».

La mejor parte es que no solo están invirtiendo esfuerzo aquellos que son cercanos a Jazmín, sino que aquellos profesionales que trabajaron en esto cambiaron su mirada. Hoy, piensan la ciudad como un espacio adaptable a todos, inclusivo, que merece un cuidado y renovado constantemente.

«Queremos que todos los padres tengan la posibilidad de llevar a sus chicos y de poder vincularse en ese lugar. Queremos integrarlos con naturalidad, donde los elementos que integran esos espacios no sean especiales, sino que naturalmente lo puedan usar. Como así sucede en mi casa con Jazmín».

Una nueva perspectiva nació luego de la plaza Portugal y es ella quien nos va a acompañar de ahora en más para darle a nuestros hijos un futuro mejor.

De padre a padre

Gestar espacios inclusivos es una iniciativa irable, pero lo es aún más ver el amor de un padre cuando se refiere a un hijo. Creo que eso es lo más importante, poder transmitir amor y ganas de luchar. Eso es justamente lo que transmiten Fabián y Nadia al hablar:

«Todas las noches le doy a Jazmín su comida y a mi me llena de paz ese momento. Estoy en o con ella y la amo. Ella es un refugio para mí, la disfruto a cada momento. Uno piensa que cuando te toca una situación así hay renuncias que afrontar —que posiblemente las haya—, pero también hay oportunidades para crecer y para que se te abran los poros de la piel y que la vida se te llene de otras sensibilidades. Eso es lo que disfrutamos todos los días, de vivir una vida plena. Jazmín nos transformó y nosotros vivimos la vida a pleno en todo momento, en definitiva es eso la vida», dijo Fabián.
«Como mamá cuando tenía solamente a Jazmín veía a otros chiquitos que eran contemporáneos a ella y empezaban a decir mamá, a reconocerla de otra manera, yo no tenía eso con Jazmín de forma tan directa. Cuando salíamos a pasear y veíamos a los chicos salir de la escuela, pero Jazmín no podía ir a esa escuela, yo decía: “Bueno, yo como mamá me conformo con que Jazmín sea feliz, verla sonreír y que esté alegre. Yo me conformo.”
Pero ahora que tengo tres hijos más, que tienen otras capacidades, de ser más independientes, de poder lograr cosas por ellos mismos... no me importa si hablan cinco idiomas o si son los mejores alumnos o los campeones de algún deporte. Realmente, lo que quería para Jazmín lo quiero para ellos y creo que todos los padres lo quieren para sus hijos, verlos felices, que sean buenas personas, que sean solidarios. Y nosotros, como padres, dejarles un mundo un poquito mejor, una sociedad que piense un poquito más en el que tienen al lado».

Creo que todos los padres queremos lo mismo, ¿verdad?

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